Madame Curie 1867-1934 |
Un día como hoy, 4 de Julio, fallecía Madame Curie, la gran dama de la ciencia, dos veces ganadora del Premio Nobel, por los estragos de la radiación. Marie fue galardonada con el Premio Nobel de Física en 1903 “en reconocimiento por los extraordinarios servicios rendidos en sus investigaciones conjuntas sobre los fenómenos de radiación” y en 1910 demostró que se podía obtener un gramo de radio puro, recibiendo al año siguiente, en solitario, el Premio Nobel de Química “en reconocimiento por sus servicios en el avance de la Química por el descubrimiento de los elementos radio y polonio, el aislamiento del radio y el estudio de la naturaleza y compuestos de este elemento”. Entre 1923 y 1930 sufrió cuatro operaciones de cataratas. En 1932 se agudizaron las lesiones de sus manos y su ceguera, falleciendo en 1934, de anemia perniciosa, resultado de la exposición durante tanto tiempo a radiaciones.
Conocida es, cada vez
más, la historia de Rosalind Franklin, y su relevante papel en la historia del
descubrimiento de la estructura del ADN. Ella había realizado en los
laboratorios del King’s College la
investigación empírica necesaria con técnicas de cristalografía química.
A los 37 años, el cáncer y múltiples problemas de salud acabaron con su vida. Puedes leer su historia en la entrada de este blog: Visibilizar y reivindicar la autoría
Ayer conocía la
historia de las “Chicas canarias” (Canary Girls) llamadas así por el color
amarillo que fue adquiriendo su piel como consecuencia de la investigación en laboratorio
con TNT (trinitrotolueno) y otros productos altamente peligrosos. Ubicadas en
un complejo de unos 16 kilómetros de longitud, en Gretna, cerca de la frontera entre Inglaterra y Escocia, sus pieles se volvieron amarillas por el ambiente tóxico. Incluso sus bebés nacían con la piel en esa tonalidad: canary babies. Otras factorías como la Gloucester National Shell Filling Factory en Quedgeley, dieron empleo a miles de mujeres, que en pocos años rellenaron millones de cartuchos de municiones, estando expuestas a sustancias altamente peligrosas.
La historiadora Patricia Fara relata en Nature esta y otras historias de las
mujeres que se incorporaron a los laboratorios y factorías durante la guerra: expone cómo en los
años de la Primera Guerra Mundial, las mujeres británicas se incorporaron a los
laboratorios de diversas instituciones en la elaboración de drogas, explosivos,
insecticidas, aleaciones, instrumentos eléctricos y otros productos esenciales
de laboratorio. Muchas mujeres fueron reclutadas para trabajar en química
analítica porque se consideraba que las
mujeres eran hábiles reproductoras de recetas y rutinas, pero se les pagaba alrededor
de dos tercios del salario que recibían los hombres para los mismos trabajos
peligrosos. También realizaron investigación y, como otras colegas de otros
países, incluyendo a la física austriaca Lise Meitner y la gran Marie Curie,
muchas científicas se convirtieron en
voluntarias trabajando como radiólogas. Curie propuso el uso de la
radiografía móvil para el tratamiento de soldados heridos. El coche llevaba el
nombre de Petit Curie.
Aquellas que tenían una
educación de menor nivel eran entrenadas en tareas técnicas y rutinarias, tales
como inspeccionar bombas, testar instrumentos y manipular peligrosos productos químicos.
Las
mujeres que tenían formación científica accedieron a vacantes en universidades,
museos, escuelas o departamentos gubernamentales, pero sólo temporalmente. Poco
rastro queda de las actividades científicas en tiempos de guerra de las mujeres,
y los detalles son difíciles de recoger. Por ejemplo, en 1914, la
química Frances Micklethwait unió a un equipo de trabajo en Londres para la fabricación de explosivos y fue galardonada
con un MBE (Miembro del Imperio Británico), una de las distinciones más altas
de Gran Bretaña. Debido a que el trabajo era alto secreto, muy poca información ha
sobrevivido.
Para la mayoría de
estas mujeres que se implicaron en el trabajo científico e industrial, la
guerra ofreció una posibilidad temporal de tener un trabajo remunerado. Como expone Patricia Fara, las estadísticas
de la época no son muy fiables, pero la proporción de mujeres con empleo
aumentó considerablemente, muchas de ellas trabajando en preparación de municiones. Pero los viejos
estereotipos prevalecieron: a las mujeres se asignaron, principalmente, tareas
aburridas y repetitivas, y peligrosas; se les pagaba salarios más bajos que a los hombres y seguían siendo consideradas intelectual y emocionalmente inferiores. Y los críticos arremetieron
contra ellas por su apariencia si se cortaban el pelo o por el uso de uniforme,
acusándolas de comportarse de manera inmoral. Incluso cuando se trabajaba con
maquinaria peligrosa, las mujeres se vieron obligadas a usar incómodas faldas
largas en lugar de los más prácticos pantalones. (Fara, 2014).
Referencias:
-Los méritos de Madame
Curie. (película)
-Patricia Fara, “A
temporary liberation”, Nature, 25,
vol. 511, 3 July 2014.
Me encanta tu blog mi querida amiga, lo descubrí por casualidad en facebook y me declaro desde ya, una seguidora de tus publicaciones. Felicidades!. Un abrazo enorme
ResponderEliminarEsther Mendoza