La reconstrucción
racional del desarrollo de la ciencia promulgada por muchos historiadores de la
ciencia ha dejado de lado toda una serie de características y procesos que, sin
embargo, iluminan en gran medida los factores implicados en el éxito de
aquellos esquemas sobre el mundo aceptados como descripciones adecuadas. Sin
aceptar que la ciencia sea un mero conjunto de creencias a la que atribuimos
una especial autoridad, o un tipo de representación que se acepta o rechaza en
base a intereses sociales, es cierto que la popularización de estos esquemas y
las estrategias y discursos de persuasión contribuyen en gran medida a su
aceptación como verdaderos.
Así, importantes medios
y técnicas de persuasión fueron puestas en práctica para promover la aceptación
del sistema newtoniano, y la novedad fue la utilización de un nuevo público:
las mujeres. Una audiencia ya muy interesada en los resultados de la nueva
ciencia desarrollada por Copérnico, Kepler, Galileo…y a la que ahora hay que
convencer de la superioridad del esquema newtoniano respecto a sus rivales: los
sistemas de Descartes y Leibniz. Poemas, alegatos ideológicos y obras
divulgativas dirigidas a las damas proliferan a comienzos del S. SVIII y se
compara el Sol cartesiano, que gobierna a través del miedo, por necesidad
geométrica, como un monarca absoluto, y el Sol newtoniano que gobierna por
amor, por atracción, como un monarca constitucional. (Marta Fehér, 1995, 122)
Aunque, en realidad, el
primer texto de estas características fue Entretiens
sur la pluralité des mondes (1686). Escrita por Fontenelle y redactada en
forma de diálogo, va mostrando con hábiles argumentos a una dama inteligente
pero sin formación previa en ciencias, la verdad cartesiana.