18 junio 2019

Invisibles. Mujeres y Conocimiento



En los enlaces se pueden visitar las páginas web de estas dos exposiciones que he comisariado. Programadas en la Biblioteca General y de Humanidades de la Universidad de La Laguna durante este curso 2018-2019. 


Exposición Invisibles. Mujeres y Conocimiento





La recuperación historiográfica de las contribuciones de las mujeres a los conocimientos constituye desde hace décadas un ámbito disciplinar con amplia producción. Tras la pregunta ¿por qué tan pocas? surge la necesidad de revisitar las fuentes, y el canon. Una historiografía positivista que listaba a los grandes genios y sus descubrimientos deja paso a las reconstrucciones contextualizadas, que atienden a las diferentes prácticas epistémicas, todas relevantes en el proceso de construcción del conocimiento: la observación detenida, las prácticas de laboratorio, la ilustración, el cálculo paciente y el desarrollo teórico creativo, y estas llevan también nombre de mujer.
Reconstrucciones que atienden también a las ideas sobre la incapacidad intelectual de las mujeres provenientes no sólo de prejuicios establecidos desde el mito y la biología en el mundo antiguo, sino de teorías médicas y biológicas que se utilizan hasta fechas recientes para reforzar esos prejuicios y estereotipos y dotarles de “base científica”. Que atienden también a las condiciones de vida de las mujeres en sociedad, relegadas al espacio de lo privado, con prohibiciones explícitas para acceder a la educación reglada igualitaria, a las sociedades científicas o las universidades hasta bien entrado el S. XIX.

Para hacer visibles a las mujeres en la historia de la ciencia es necesaria una doble tarea: repensar la propia historia de la ciencia y los modelos utilizados para su reconstrucción, y ser conscientes de los obstáculos impuestos a las mujeres al ser definidas como inferiores. Estereotipos que actúan como verdaderos mecanismos de cancelación de la autoría y de la autoridad científica de las mujeres.





Presentación: En 1818 Mary Shelley, con su novela Frankenstein o el moderno Prometeo, creó un monstruo inmortal y una de las obras literarias más influyentes de todos los tiempos. Este año, por tanto, se cumplen 200 años de la publicación de la novela que generó uno de los grandes mitos de la modernidad. Su mensaje ha sido trasladado en incontables ocasiones al teatro, el cine, a la televisión o al cómic. Ello ha propiciado que esta narración se haya convertido en todo un referente estético, ideológico y filosófico con una densa historia, así como un significativo protagonismo en el presente. Desde su publicación, este relato ha calado tan hondo en el imaginario colectivo que los temas que la obra plantea se han vinculados tanto a la historia de la ciencia como al desarrollo de algunas tradiciones filosóficas y artísticas. Frankenstein así se ha convertido en metáfora del científico que trata de librarse de las sinrazones de la religión, pero también en un símbolo de las ambiguas relaciones del hombre con sus creaciones tecnológicas. El problema de lo artificial frente a lo natural es otro de los grandes dilemas que genera esta narración. Además, la creación de un hombre artificial surge de la necesidad del ser humano de preguntarse por su propia naturaleza. Pero por encima de estas y otras muchas temáticas se impone la reflexión sobre la conexión entre el progreso de la tecnociencia y las repercusiones éticas, antropológicas, políticas y medioambientales de sus aplicaciones. Se hace imprescindible, entonces, revisar las conexiones entre el moderno Prometeo creado por Mary Shelley en el Romanticismo y algunos de los debates del presente: la ingeniería genética, la criogenización, la robótica, las tecnologías de la información, la inteligencia artificial, las corrientes post-humanistas… Pese al tiempo trascurrido desde su publicación el mensaje de esta novela no ha perdido vigencia. Muy al contrario, tanto en laboratorios como en instituciones políticas y universidades, el “debate frankensteniano” se encuentra de plena actualidad. Se hace cada vez más evidente el positivo desarrollo de la tecnociencia y sus aplicaciones prácticas. Pero junto a ello se hace necesario tanto el debate sobre los usos tecnológicos de manera responsable y sostenible como el de su relación con los Derechos Humanos, los Derechos de los Animales y el respeto al medio ambiente.