03 enero 2015

La interpretación genérica de las metáforas de Bacon. Dos visiones.


Es cierto que no situamos a Francis Bacon (1561-1626) en relación a ninguno de los grandes descubrimientos que modificaron en profundidad el conocimiento de nuestro mundo al principio de la época moderna. Sin embargo, hizo una decisiva contribución al nacimiento y legitimación de la ciencia moderna. No sólo al defender la necesidad de la reforma de la filosofía natural y el desarrollo de una nueva vía de investigación de la naturaleza, sino también al dibujar ciertos temas que se sitúan en el centro de los debates de la modernidad como son: la función de la ciencia en la vida humana, las metas y valores que deben caracterizar el conocimiento científico, la ética de la investigación científica y las formas en que este tipo de conocimiento debe trasmitirse y presentarse a sí mismo en comparación con otras formas de la vida cultural. En otras palabras, construyó la imagen de la ciencia moderna. Dotó a la ciencia de un ethos y una función social. Definió el objetivo de la investigación de la naturaleza: el progreso y la mejora de las condiciones de vida humana, la superación de miserias, enfermedades y necesidades. Además, mostró que una empresa de tal envergadura debía ser una tarea colectiva. La investigación de la naturaleza debía estar basada en la comunicación de las personas implicadas y comprometidas en una misma empresa de progreso generación tras generación. Anunció la emergencia de la ciencia como institución social apoyada por la sociedad y definió el nuevo sujeto de la ciencia, un sujeto de un cariz cultural muy diferente al filósofo académico, el sabio antiguo, o el mago renacentista. Ese sujeto de la ciencia es también un sujeto masculino.


La retórica baconiana ha sido objeto de análisis diversos desde distintas perspectivas e intereses cognitivos. Desde el ámbito de la literatura, la historia de las ideas, los estudios de retórica de la ciencia y la contemporánea crítica feminista de la ciencia. Desde la perspectiva de género, autoras como Sandra Harding, Carolyn Merchant, Evelyn Fox Keller o Londa Schiebinger, han analizado cuidadosamente el papel y significado de las metáforas de Bacon y han incidido particularmente sobre el texto titulado: Temporis Partus Masculus (que Farrington tradujo como El nacimiento masculino del tiempo). A juicio de estas autoras, Bacon dibuja en este texto una completa imagen del nuevo científico masculino que utiliza métodos e instrumentos para desvelar los secretos de una naturaleza que queda completamente feminizada e inerme ante los poderosos métodos de la ciencia moderna que permiten analizarla, trocearla, ‘violentarla’ para que revele su verdad.

Este análisis del lenguaje y los valores asociados a la nueva figura del científico diseñada en el programa de Bacon se completa con un análisis de algunos elementos históricos y contextuales que introducen nuevos elementos en la interpretación del programa de Bacon y los modelos de los que se sirve. En concreto, C. Merchant avanza la tesis de la analogía entre la metodología científica propuesta por Bacon, con los métodos aplicados por la inquisición en el proceso de la caza de brujas. ‘Arrancar’ las verdades de la naturaleza (femenina) usando los instrumentos ‘mecánicos’ de tortura es la tarea del inquisidor.


Malleus Maleficarum, texto usado en los procesos contra las brujas.


La tortura era el método usado por los inquisidores para arrancar la verdad a las brujas

Pero más que ninguna otra idea, a juicio de las autoras, la descripción de Bacon de las actividades realizadas en los laboratorios de la Casa de Salomón dibuja la imagen de las actividades realizadas por los hombres de ciencia en el marco de las nuevas sociedades científicas. El  objetivo era recrear la naturaleza en el laboratorio de forma artificial con la ayuda de recursos instrumentales o tecnológicos, pero lo más importante es que este recurso permitía la manipulación, la intervención en ella. La idea de la manipulación de la naturaleza en beneficio de la humanidad contenida en el programa de Bacon es, según la controvertida tesis de C. Merchant, la principal causa del deterioro medioambiental actual. En sus palabras:

El programa baconiano, tan importante para el nacimiento de la ciencia occidental, contiene un conjunto de actitudes hacia la naturaleza y el científico que ha reforzado las tendencias hacia el crecimiento y el progreso inherente al capitalismo incipiente. (C. Merchant, 1990, p.185)

La metáfora baconiana central, la ciencia como poder, y poder asociado al hombre, al científico que interviene en la naturaleza inerte, proporcionó la ‘imagen que permea la retórica de la ciencia moderna’ (E. Fox Keller, 1989, p. 56) Un diagnóstico compartido también por Adorno y Horkheimer y la Escuela de Frankfurt.


Las metáforas de Temporis Partus Masculus.



Esta interpretación sobre la naturaleza de las metáforas baconianas fue contestada por algunos estudios como el de la historiadora Sarah Hutton en “The Riddle of the Sphinx: Francis Bacon and the Emblems of Science”,  para quien las radicales consecuencias de la interpretación genérica de corte psicoanalítico presente en el título del texto Temporis Partus Masculus, y en algunas líneas de éste, adolece de un análisis contextual de la obra de Bacon y de su profuso uso de otras figuras retóricas como las fábulas, alegorías y la mitografía. Una comprensión cabal del papel que cumple esta retórica así como un análisis más preciso de los universos de significado de estas figuras en el final del Renacimiento y comienzos de la era moderna, nos revelarán, a juicio de S. Hutton, que la interpretación de autoras como E. Fox Keller o la filósofa Genevieve Lloyd, nos enseña más acerca de los intereses y preocupaciones de los lectores modernos que sobre Bacon. Por no hablar de la clara injusticia, a su juicio, de esta interpretación de los objetivos y sueños de un Bacon convencido de que la superación de las miserias y necesidades humanas sólo podría lograrse a través de un conocimiento exhaustivo de las causas y las leyes naturales.
               
Sarah Hutton sugiere resituar este texto, objeto de atención de los análisis genéricos, en el contexto más amplio de la obra de Bacon y en particular, el uso de estas metáforas en el contexto más general del uso figurativo del lenguaje en toda su obra. Bacon sugiere que todas estas figuras, en particular el uso de las fábulas y los mitos, que usa profusamente en obras como De Sapientia Veterum (La sabiduría de los antiguos) (1609), son importantes medios para expresar algunas cuestiones conceptualmente  difíciles y sirven para ‘demostrar e ilustrar’ la idea que quiere transmitir. Por ello, las imágenes alegóricas construidas por Bacon  no admiten una lectura única, una interpretación directa de que ‘ciencia’, ‘dominación’ y ‘masculinidad’ se oponen a ‘naturaleza’ y ‘feminidad’ no es tan evidente. Ni siquiera las metáforas que usa son predominantemente masculinas, en este texto y en otros una de las metáforas que usa nos introduce en el universo tradicionalmente femenino del hilado y  la costura. Metáfora que asocia una actividad tradicionalmente femenina con la construcción del conocimiento.

Respecto a la idea del ‘poder sobre la naturaleza’ que es ampliamente usada por Bacon y en la que inciden los estudios de género y que, defienden, inaugura la ciencia moderna, ha de ser analizada también cuidadosamente según Sarah Hutton. El término latino que Bacon usa es el de imperium (en relación con el emblema del rey español Carlos V y el traspaso de las columnas de Hércules por el barco del conocimiento hacia el nuevo mundo de la ciencia). El imperium de los seres humanos (tal como reza en latín) y no del hombre según la traducción de Farrington, sobre la naturaleza es una expresión que refiere al conocimiento de ésta sin ninguna duda, un conocimiento que además, da frutos, la posibilidad de la mejora de las condiciones de vida de los seres humanos.



Bacon concibe que el principal obstáculo para el avance del conocimiento es la veneración a la antigüedad que sigue trasmitiéndose en las ya centenarias paredes de las instituciones del saber. En Temporis Partus Masculus, texto no publicado por Bacon redactado en 1603, somete a juicio a todos y cada uno de los filósofos y les acusa de haber encerrado a la filosofía en el reino de la palabra, de haberla confundido con teología y, lo que es peor, de haber olvidado que el conocimiento ha de estar firmemente anclado al mundo de la experiencia.

Los análisis de género han incidido más que en ninguna otra metáfora en la expresada en el propio título del texto y que podríamos traducir como ‘El producto del Tiempo’, lo que reflejaría más nítidamente la idea expresada por Bacon a juicio de Sutton. Un análisis más cuidadoso revela que en él hay contenidas dos ideas distintas, por un lado la idea de que el Tiempo tiene hijos, y por otra que ese nacimiento sea masculino. Ambas han de ser interpretadas. En la mitología renacentista, el tiempo es representado con sus hijos, y la hija del tiempo es la Verdad (representada como una mujer desnuda rescatada del error). Esta idea encaja perfectamente con el contenido del texto, Bacon transmite a un joven discípulo al que llama ‘hijo’, la forma en que su mente puede evitar el error y acceder así a la luz de la naturaleza, al conocimiento de la verdad.

La idea del alumbramiento masculino y el énfasis en el ‘parto’, puede ser interpretada al compararla con el uso que hace en otros textos del mito del nacimiento de Palas Atenea o Minerva en la tradición latina. Recordemos que en una de las versiones Júpiter devora a su esposa embarazada Mentis y nace Palas Atenea de su cabeza. A pesar de la posible lectura de la misoginia presente en el mito, el énfasis aquí puede ponerse en la idea del surgimiento de la mente de Bacon de un novedoso proyecto de reforma del conocimiento. Palas Atenea o Minerva representan la sabiduría, la habilidad intelectual, en la iconografía y mitografía renacentistas,


Nacimiento de Palas Atenea de la cabeza de Júpiter



En el mito de la Esfinge, usado también por Bacon en otros célebres escritos, ambas ideas se relacionan, de suerte que la nueva ciencia permite el imperium de los humanos sobre la naturaleza por medio del conocimiento y la acción. La Esfinge, si bien de apariencia monstruosa a los ojos de los ignorantes, constituye la imagen perfecta de la ciencia en su unión con la faceta práctica. Y la asociación de Minerva y la Esfinge ilustran el nuevo tipo de conocimiento que Bacon demanda e imagina. La Verdad, la hija del padre Tiempo, es alcanzada mediante la correcta dirección de la mente y la atención prestada a la propia naturaleza, lo cual permitirá toda suerte de mejoras y progresos para los seres humanos, logros alcanzados no por causalidad, por el ingenio de un ser individual que por azar haya encontrado alguna luz de la naturaleza, sino mediante la adecuada dirección de la mente y la adecuada transmisión de la antorcha de la ciencia.




Esta es una interpretación del texto que ha de ser también tenida en cuenta cuando abordamos de forma crítica el estudio, con perspectiva de género, de los textos de Bacon. Textos en los que no es difícil encontrar elementos que tienen un gran parecido de familia con el ideal de ciencia dibujado en gran parte de los textos de la crítica feminista de la ciencia, sobre todo la de orientación empirista. Esto es, la defensa de una ciencia pluralista, cercana al mundo de la experiencia, el repudio de los sistemas de pensamiento monolíticos, el énfasis en los beneficios prácticos de la ciencia, y, aún más, la defensa de la ciencia como empresa colectiva y el carácter provisional y limitación de todo conocimiento científico, son valores defendidos por Bacon y que están presentes en propuestas epistemológicas modernas.  


Referencias: 
Sandra Harding, (1993), Ciencia y feminismo, Morata, Madrid, 1996.
Carolyn Merchant, (1980), The Death of Nature. Women, Ecology and the Scientific Revolution. Harper & Row, 1990. 
Evelyn Fox Keller, Reflexiones sobre género y ciencia., Edicions Alfons el Magnánim, Valencia 1989. 
Sarah Hutton, «The Riddle of the Sphinx: Francis Bacon and the Emblems of Science», en L. Hunter & S. Hutton (eds.), Women, Science and Medicine, 1500-1700.  United Kingdom, Sutton Publishing, 1997, pp. 7-28.


2 comentarios:

  1. Gracias, Inmaculada. Me ha gustado mucho esta entrada. Trabajé a estas autoras hace años... y ahora las estoy retomando para una mesa sobre Ciencia y Arte, en una exposición, aquí en Zaragoza. Abrazos, Carmen Magallón

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  2. Justo estoy releyendo los ensayos de Bacon y el XXIV. De las innovaciones, retoma estas ideas de “los partos masculinos”, la metáfora parece haber tenido una trascendencia insospechada, porque hasta Cyrano de Bergerac habla de cuerpos masculinos “preñados de miles de definiciones”, como a punto de dar a luz cierto conocimiento o descubrimiento.

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