04 julio 2014

Marie Curie, las “chicas canarias” y otras historias de investigación peligrosa.

Madame Curie 1867-1934



Un día como hoy, 4 de Julio, fallecía Madame Curie, la gran dama de la ciencia, dos veces ganadora del Premio Nobel, por los estragos de la radiación. Marie fue galardonada con el Premio Nobel de Física en 1903 “en reconocimiento por los extraordinarios servicios rendidos en sus investigaciones conjuntas sobre los fenómenos de radiación” y en 1910 demostró que se podía obtener un gramo de radio puro, recibiendo al año siguiente, en solitario,  el Premio Nobel de Química “en reconocimiento por sus servicios en el avance de la Química por el descubrimiento de los elementos radio y polonio, el aislamiento del radio y el estudio de la naturaleza y compuestos de este elemento”. Entre 1923 y 1930 sufrió cuatro operaciones de cataratas. En 1932 se agudizaron las lesiones de sus manos y su ceguera, falleciendo en 1934, de anemia perniciosa, resultado de la exposición durante tanto tiempo a radiaciones.


Conocida es, cada vez más, la historia de Rosalind Franklin, y su relevante papel en la historia del descubrimiento de la estructura del ADN. Ella había realizado en los laboratorios del King’s College la  investigación empírica necesaria con técnicas de cristalografía química. A los 37 años, el cáncer y múltiples problemas de salud acabaron con su vida. Puedes leer su historia en la entrada de este blog: Visibilizar y reivindicar la autoría 

Ayer conocía la historia de las “Chicas canarias” (Canary Girls) llamadas así por el color amarillo que fue adquiriendo su piel como consecuencia de la investigación en laboratorio con TNT (trinitrotolueno) y otros productos altamente peligrosos. Ubicadas en un complejo de unos 16 kilómetros de longitud, en Gretna, cerca de la frontera entre Inglaterra y Escocia, sus pieles se volvieron amarillas por el ambiente tóxico. Incluso sus bebés nacían con la piel en esa tonalidad:  canary babies. Otras factorías como la Gloucester National Shell Filling Factory en Quedgeley, dieron empleo a miles de mujeres, que en pocos años rellenaron millones de cartuchos de municiones, estando expuestas a sustancias altamente peligrosas.

Gretna Laboratory

Gretna munitions


La historiadora Patricia Fara relata en Nature esta y otras historias de las mujeres que se incorporaron a los laboratorios y factorías durante la guerra: expone cómo en los años de la Primera Guerra Mundial, las mujeres británicas se incorporaron a los laboratorios de diversas instituciones en la elaboración de drogas, explosivos, insecticidas, aleaciones, instrumentos eléctricos y otros productos esenciales de laboratorio. Muchas mujeres fueron reclutadas para trabajar en química analítica porque se consideraba que las mujeres eran hábiles reproductoras de recetas y rutinas, pero se les pagaba alrededor de dos tercios del salario que recibían los hombres para los mismos trabajos peligrosos. También realizaron investigación y, como otras colegas de otros países, incluyendo a la física austriaca Lise Meitner y la gran Marie Curie, muchas científicas  se convirtieron en voluntarias trabajando como  radiólogas. Curie propuso el uso de la radiografía móvil para el tratamiento de soldados heridos. El coche llevaba el nombre de Petit Curie.




Aquellas que tenían una educación de menor nivel eran entrenadas en tareas técnicas y rutinarias, tales como inspeccionar bombas, testar instrumentos y manipular peligrosos productos químicos. 


Las mujeres que tenían formación científica accedieron a vacantes en universidades, museos, escuelas o departamentos gubernamentales, pero sólo temporalmente. Poco rastro queda de las actividades científicas en tiempos de guerra de las mujeres, y los detalles son difíciles de recoger. Por ejemplo, en 1914, la química Frances Micklethwait unió a un equipo de trabajo en Londres para  la fabricación de explosivos y fue galardonada con un MBE (Miembro del Imperio Británico), una de las distinciones más altas de Gran Bretaña. Debido a que el trabajo era alto secreto, muy poca información ha sobrevivido.



Para la mayoría de estas mujeres que se implicaron en el trabajo científico e industrial, la guerra ofreció una posibilidad temporal de tener un trabajo remunerado. Como expone Patricia Fara, las estadísticas de la época no son muy fiables, pero la proporción de mujeres con empleo aumentó considerablemente, muchas de ellas trabajando en preparación de municiones. Pero los viejos estereotipos prevalecieron: a las mujeres se asignaron, principalmente, tareas aburridas y repetitivas, y peligrosas; se les pagaba salarios más bajos que a los hombres y seguían siendo consideradas intelectual y emocionalmente inferiores. Y los críticos arremetieron contra ellas por su apariencia si se cortaban el pelo o por el uso de uniforme, acusándolas de comportarse de manera inmoral. Incluso cuando se trabajaba con maquinaria peligrosa, las mujeres se vieron obligadas a usar incómodas faldas largas en lugar de los más prácticos pantalones. (Fara, 2014).




Referencias:
-Los méritos de Madame Curie. (película)
-Patricia Fara, “A temporary liberation”, Nature, 25, vol. 511, 3 July 2014.
-'Canary Girls of Beeston' published by the Beeston Camp; District Local History Society and compiled by Maureen Rushton, one of its members. ISBN 9780954148515.
-Chemistry was their life. Pioneering British Women Chemists (1880-1949), Imperial College Press, 2008




















1 comentario:

  1. Me encanta tu blog mi querida amiga, lo descubrí por casualidad en facebook y me declaro desde ya, una seguidora de tus publicaciones. Felicidades!. Un abrazo enorme
    Esther Mendoza

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