28 febrero 2014

Lady Anne Conway, Filósofa Natural.

Hace ya unos años, cuando me acerqué por primera vez a la Historia de las mujeres de ciencias, conocí la figura de Lady Anne Conway, una filósofa atípica del S. XVII que se situaba en el centro de los debates sobre las hipótesis vitalista y mecanicista, visiones de la naturaleza en pugna durante el proceso de construcción de la ciencia moderna. Los neoplatónicos de Cambrigde, físicos, miembros de la Royal Society, alquímicos, cabalistas y cuáqueros entran en escena a lo largo de una vida dedicada al estudio y a la búsqueda de una explicación racional y completa sobre el mundo. En 1690 se publica su obra de forma póstuma con el título The principles of the Most Ancient and Modern Philosophy, un tratado de Filosofía natural  que ofrece una crítica articulada a la cosmología mecanicista, y su concepto de mónada puede considerarse un antecedente del conocido concepto leibniciano.
El vitalismo, neoplatonismo y los escritos  herméticos con elementos provenientes de la cábala hebrea, configuraron un paradigma alternativo, ni irracional ni antecedente del mecanicismo. Según algunas historiadoras, como Marta Feher, puede considerarse como una completa filosofía natural que mantuvo principios diferentes y líneas alternativas para ofrecer explicaciones de la naturaleza, por más que la vía triunfante finalmente fuera otra. Y las razones para ello, muy variadas.

En la primera mitad del S.XVII Descartes elabora la filosofía mecanicista en clara oposición a la metodología de la ya maltrecha concepción aristotélico-escolástica del mundo pero también  en contra de la visión neoplatónica, mágica y alquímica cuyo elemento central es el de una naturaleza viva no reductible a piezas inertes de materia. La filosofía mecanicista de Descartes dibuja un cuadro del mundo consistente en partículas de materia que lo llenan todo, no siendo posible la existencia del vacío, ni siquiera es posible pensar en la existencia de un espacio inseparable de la materia. Este universo es un plenum dotado de una cantidad de movimiento determinada desde el primer momento de la creación. A partir de ese momento de creación divina el Universo se organizó a través de los continuos choques entre las partículas. El dualismo mente (res cogitans)-cuerpo (res extensa) es una de las piezas centrales de su filosofía y que provoca el hiato absoluto entre el mundo de lo vivo y el mundo material inerte, donde el movimiento es sólo producto del choque entre las partículas objeto de estudio de la ciencia mecanicista.
Teoría de los vórtices de Descartes
Estas ideas serán objeto de estudio pormenorizado por el grupo de neoplatónicos del Christ’s College de Cambridge: Cudworth y H. More y, a través de éste, por Lady Anne Conway. A través de la correspondencia de ambos, que ha sido definida por algún historiador como el primer curso universitario a distancia, ambos acabarán rechazando la obra del francés al no dejar el mínimo espacio para una investigación adecuada de los principios dinámicos y orgánicos que, a juicio de Conway, son los principios constitutivos de la naturaleza. Las diferencias entre Anne Conway y H. More son sin embargo importantes. Este aún criticando muchos de los presupuestos de Descartes, mantiene el dualismo entre cuerpo y espíritu y la búsqueda se centra en la posibilidad de diseñar un puente entre ambas realidades. Lo característico de Anne es su defensa y elaboración de un sistema filosófico en el que el monismo de carácter vitalista es la pieza central para superar el dualismo y materialismo cartesiano.