09 julio 2013

Visibilizar y reivindicar la autoría. Rosalind Franklin


Rosalind Franklin (1920-1958)

Si tuviese que elegir entre los episodios más tristes de la Historia de la Ciencia, sin duda alguna uno sería éste. Los sucesos que se producen entre 1951-1953 cuentan el episodio final de la historia de la investigación sobre la estructura del ADN, una historia de éxitos para la comunidad científica, pero también una historia de deslealtad y deshonor, y de filtración ilícita de información. Una historia de envidias, recelos y competitividad desbordada, una historia de una magnífica investigadora cuya vida quedo truncada por el cáncer y cuya gloria truncada por los vencedores. La ciencia, había afirmado Watson, la llevan a cabo gentes ambiciosas y competitivas. Escribo este texto releyendo la bibliografía disponible y que estudié cuando realicé mi tesis doctoral, ya que este era un caso que me permitía ejemplificar las reconstrucciones de la historia de la ciencia, diferentes desde una perspectiva realista o empirista. Y leo por primera vez el artículo de A. Gann y J. Witkowski, The lost correspondence of Francis Crick, publicado en Nature en septiembre de 2010, que ofrece nuevos detalles sobre cómo se precipitaron los acontecimientos, y sobre las actitudes y calado moral de los implicados. Un conjunto de treinta y cuatro cartas y tres postales escritas por Crick y Wilkins entre 1951 y 1964 y que habían quedado olvidadas en unas cajas junto a la colección Brenner y que fue localizada en los archivos de la biblioteca del Laboratorio de Cold Spring Harbor. De ellas, once fueron escritas entre 1951 y 1953, justo cuando se producen los acontecimientos y permiten valorar con mayor claridad aún el papel de Rosalind Franklin en este hito de la Historia de la Ciencia.

El 25 de Abril de 1953 se publica en Nature el descubrimiento de la estructura del ADN (molécula en la que están contenidas la información y los planos de construcción de un ser vivo). Watson y Crick posaban felices ante la estructura de varillas de metal, alambres y cartón que representaba la molécula y sus componentes. La historia siempre ha sido contada así: Dos equipos de investigadores compiten en dos laboratorios diferentes: J. Watson y  F. Crick en el Laboratorio Cavendish de la Universidad de Cambridge y M. Wilkins y Rosalind Franklin en el laboratorio del King’s College en Londres. Usan metodologías de investigación y técnicas diferentes: los primeros usan modelización de estructuras siguiendo la técnica usada con éxito por Pauling y los segundos difracción por rayos X. Los primeros ganan la partida…y los tres varones el Nobel.

Rosalind murió en 1958 de cáncer a la edad de treintisiete años y nunca supo realmente que para lograr esta representación tridimensional de la estructura, su trabajo había sido más que determinante. Para ilustrarlo imaginemos que tenemos un número de piezas de distintas formas y tamaños y que hemos de organizar, a modo de un gran puzzle, pero ninguna numeración ni dibujo que nos permita encajarlas; podríamos, en principio, organizarlas de muchas maneras diferentes y no sabríamos nunca cuál es la “correcta”. Sólo si pudiésemos numerarlas siguiendo un criterio e incluso si pudiésemos plasmar en ellas un lienzo de colores, podríamos completar nuestro puzzle y saber que es acertado. Esto es lo que les proporcionó Rosalind Franklin, los datos, la evidencia empírica que permitió organizar las piezas correctamente y completar el modelo de la estructura del ADN. La estructura helicoidal, la situación de las bases, todos los elementos que permitieron fijar, de entre todas las posibilidades abiertas del modelo, aquella que era la empíricamente adecuada. Rosalind observó la estructura presentada y admiró a Crick y reescribió un texto que tenía preparado, ahora con la retórica oficial que permitía presentar sus investigaciones como soporte experimental de la hipótesis y el modelo de Watson y Crick. En Nature se publica como el último texto del grupo, tras uno redactado por Wilkins y los de Watson y Crick. Rosalind siguió investigando en otro laboratorio, acudiendo a congresos y publicando, hasta que la enfermedad la venció.



Watson publica en 1968 La doble hélice, un ejercicio de desautorización de Rosalind Franklin, a quien llama “Rosy” y cuyo perfil dibujado en el libro ha sido descrito como la más perfecta caricaturización haciendo uso de todos los estereotipos androcéntricos contra ella. El libro, de haber vivido aún Rosalind, no hubiese sido escrito en esos términos. En él afirma que M. Wilkins dirigía el laboratorio en el que en 1951 trabajaba Rosalind. Una falsedad que tiene por objeto situarla como subordinada suya. Watson dice más: que Rosalind reivindicaba que el problema del ADN se lo habían adjudicado a ella, por lo que se negaba a aceptar que era la asistente de M. Wilkins. No era así, el King´s College estaba bajo la dirección de John Randall, ambos trabajaban al mismo nivel y cada uno supervisaba un grupo, Rosalind el que utilizaba los métodos de difracción de rayos X. De hecho había sido contratada porque dominaba esta técnica y Wilkins prácticamente la desconocía, más especializado en estudios bioquímicos y biofísicos.

Watson describe a “Rosy” como una arpía, testaruda e inflexible, que se negaba a enfatizar su feminidad, mal vestida, sin pintar, con un peinado inadecuado y se pregunta cómo estaría sin sus gafas. Como expone Anne Sayre, quien la conoció, Rosalind no era así, sí era apasionada con su trabajo, seria, y muy racional, y cuando llegó al King´s College desde el CNRS (Centre National de la Recherche Scientifique de París) era ya una investigadora con gran destreza probada en difracción de rayos X o cristalografía química, se había centrado en el estudio de los carbonos y había publicado un buen número de trabajos, algunos de ellos muy relevantes. Ella no era una inexperta cuando se enfrentó al ADN, una sustancia difícil y recalcitrante desde el punto de vista de la cristalografía y,  por ello,  Randall le ofreció organizar una unidad de Rayos X para la investigación del ADN que en aquel momento no existía en su laboratorio. Los avances en su investigación desde 1951, eran expuestos en seminarios al grupo de investigación y ella redactó varios informes sobre sus avances al director.
El papel y la relevancia de la investigación de Franklin es relatada en conocidos textos sobre su figura, pero aún sigue pesando más el relato oficializado de Watson. Los textos de Anne Sayre, Rosalind Franklin y el ADN de 1975, el más reciente de B. Maddox, Rosalind Franklin: The Dark Lady of DNA, 2002 y la publicación en Nature en 2010 de las cartas perdidas de Crick a las que hemos hecho referencia, no parecen ser suficientes aún para que en cualquier representación sobre este hito de la historia de la ciencia, la figura de Rosalind Franklin sea destacada. No se trata de un olvido menor o de la creencia de que su papel no fuera tan determinante, como algunos afirman, algo que no se ajusta a la verdad, no, se trata de un episodio de desautorización, de un claro sesgo sexista de la Historia oficial de la ciencia, y, probablemente también de un ejemplo de cómo la historia contextual de la ciencia al incorporar otros elementos contrarios al enfoque positivista nos permite tener relatos más completos y ajustados a la realidad de estos episodios. La historia, pues, sigue necesitando ser contada.



El papel de las instituciones

En La doble hélice, Watson reconoce que la investigación del ADN se realizaba en el King´s College. Como relata Sayre, cuando los jefes de laboratorio, en el contexto de una Inglaterra aún en crisis tras la guerra, pedían subvenciones para la investigación, se les aconsejaba basar sus solicitudes en una lista de proyectos que no se estuviesen desarrollando en otros centros, ya que ¿por qué pagar por algo que ya se estaba realizando? (Sayre,128) Es cierto que no había prohibición expresa, pero sí un pacto implícito de que esto debía ser así y los científicos actuaban en consecuencia. 

El Laboratorio Cavendish de Cambridge tenía otros temas de trabajo y de hecho, Sir Lawrence Bragg, su director, no alentaba esa investigación bajo su techo. Según Watson, éste había dicho a Crick que debía abandonar esa investigación y de hecho, tras el fracaso del primer modelo, así fue. Debemos interpretar, pues, que en todo caso era una competición no explícita entre Watson y Crick y el King’s College, ajeno a este interés. De hecho, eran invitados a las sesiones de exposición de los resultados de investigación realizados por Rosalind, quien convencida de la honorabilidad de todos, esperaba un debate honesto sobre sus resultados. La investigación del ADN, ella también estaba convencida, era del King´s College.

No se trataba pues de una pugna de dos equipos por encontrar la solución. La investigación del ADN era una investigación del King´s College de Londres. El director la contrata para formar un equipo que desarrollara esta investigación específica del ADN y tiene que partir prácticamente de cero montando el instrumental y, lo que es significativo, mostrando al equipo cómo hidratar las fibras de ADN para someterlas a la técnica de difracción. Pero, el hecho de que una mujer liderara un equipo, o incluso que fuese considerada una igual era algo que en el King’s no se aceptaba tan fácilmente, donde obtener una licenciatura y trabajar en sus departamentos era algo que sólo se había reconocido recientemente y ni siquiera tenían acceso al comedor amplio, confortable y con atmósfera de club privado, reservado al personal masculino. Desde el principio Wilkins la desautoriza y las relaciones entre ellos llegaron a ser de hostilidad y así lo refleja en su correspondencia con Crick:

…Let’s have some talks afterwards when the air is a little clearer. I hope the smoke of witchcraft will soon be getting out of our eyes. (Wilkins a Crick, 1953)

Oficialmente, en el Laboratorio Cavendish no se realizaba esta investigación y el director desaprobó, como hemos señalado, que Crick realizara estudios sobre el ADN, esa era una investigación de otro equipo y otro centro. Pero no es menos cierto que este era un acuerdo tácito y que dada la relevancia que va adquiriendo la investigación, dejara hacer. Enfrentado a la posibilidad de que Pauling pudiera resolver uno de los más importantes problemas en Biología, Bragg autorizó a Watson y Crick a comenzar con la construcción del modelo de nuevo. (Nature, The Lost correspondence of Crick, 2010)

La secuencia de acontecimientos: 1951-53 y las cartas perdidas.

Rosalind trabaja durante más de ocho meses poniendo a punto el laboratorio, el instrumental y comienza su investigación. Y esta es la secuencia de acontecimientos:

-Coloquio de Noviembre de 1951.

Rosalind Franklin redacta notas para exponer sus avances y redacta un informe a máquina posterior el 7 de Febrero de 1952. En sus notas e informe se puede leer:

“El diagrama de fibra altamente cristalino obtenido con las fibras de ADN, sólo se puede conseguir en un cierto rango de humedad, entre el 70 y el 80%. Las características generales del diagrama sugieren que las cadenas de ADN se encuentran en forma helicoidal”
“Conclusión: una gran hélice en muchas de las cadenas, los fosfatos en el exterior, puentes fosfatos-fosfato entre las hélices, interrumpidos por moléculas de agua. Hay enlaces disponibles para proteínas”.

-La confusión de Watson y la propuesta de la triple hélice.

En este momento Watson tenía 24 años y era un genetista que acababa de llegar de EEUU y creía que era absolutamente esencial dilucidar la estructura del ADN y convenció a Crick, que estaba en Cambridge de la relevancia de este problema. El método que defendían era el de la construcción de modelos tridimensionales para resolver estructuras moleculares, un método que no era nuevo y que todos los investigadores utilizaban.
Watson asiste al coloquio y se confundió con los datos proporcionados por Rosalind acerca de sus mediciones de la cantidad de agua de las muestras. De hecho relata que su incapacidad para recordar estos datos con exactitud fueron el origen del error que transmitió a Crick. Esto les llevó a creer que había muy pocas estructuras posibles para el ADN y en una semana construyeron un modelo que satisfacía las restricciones aparentes e invitaron al equipo del King´s College a ver “the clever thing” que habían realizado (Nature, 2010). Franklin, al ver el modelo, una triple hélice con las bases en el exterior, supo que era erróneo, aunque sus objeciones se interpretaron como un rechazo del modelo helicoidal, algo absurdo a tenor de sus propias explicaciones en el coloquio. Esto supuso un parón en la investigación de Watson y Crick, quienes no hacían trabajo experimental alguno, sólo modelización teórica y, por tanto, dependían de los datos del King´s College. De hecho, Watson se arrepintió de haber mostrado su trabajo a los investigadores por si aquello podía suponer un cierre del flujo de información proveniente de Londres. Lo cierto es que no debía preocuparse, porque Wilkins se había convertido en el mejor informador.

-Mayo de 1952: la fotografía 51

Franklin prosigue sus investigaciones y logra una de las mejores imágenes: la fotografía 51, una fotografía de la forma B de la molécula donde se advierte nítidamente la estructura helicoidal. El trabajo avanza y dirige la tesis de Gosling, pero también piensa en irse a otro laboratorio: el Birbeck, donde considera que el ambiente de trabajo es mejor. Redacta un nuevo informe sobre sus avances dirigido al director Randall.



-28 de Enero de 1953. Seminario sobre la forma B del ADN

Rosalind presenta sus resultados sobre la forma B del ADN en un seminario al que estaban invitadas personas de fuera de su laboratorio. Ella confiaba y creía en el debate crítico entre científicos y creía que si alguien tenía pruebas de que estaba equivocada, las expondría; y también si de sus datos se derivaba algo más que ella no había percibido.

Watson y Crick querían acudir pero se les notificó que era interno, si bien no es claro, y en otros textos parece afirmarse que sí asistió Watson. Wilkins escribe a Crick:

There is also a silly muddle over Franklin’s talk here. I got a big  notice saying it was internal only — just a discussion between  colleagues who worked in the same lab. Then a lot of notices went  round about the Colloquium & I took it for granted all had had the  other note... I think that as the intention was to have it a private  fight it would be best to keep it entirely so, as I said to Jim. It should  be either public or private. (The lost correspondence, Nature, 2010)

Watson relata en su libro un altercado con Rosalind acaecido este mismo día donde sugiere que temió que Rosalind le agrediera físicamente, algo que revela una vez más, el cariz de la percepción sobre Rosalind de Watson. Un poco más tarde, el mismo día, Wilkins le enseña la fotografía. Más tarde reconoce:

Quizá debería haberle pedido permiso a Rosalind pero no lo hice. La situación era muy difícil. Algunas personas han dicho que fue un completo error por mi parte hacerlo sin su permiso, sin consultarle al menos, y quizá lo fue… (Sayre, 167)

Rosalind ya había decidido irse a otro laboratorio, pero el material de la investigación del ADN tenía que quedarse en el King’s. De todas formas ella ya había comunicado sus datos, aunque de una forma que ella no previó.

-Acceso a un nuevo informe de Rosalind

En Diciembre de 1952, hubo una reunión en el King’s College del comité de biofísica del Medical Research Council, del que Randall era miembro y distribuyó un informe en el que se describían los trabajos más recientes llevados a cabo en el laboratorio y se incluía un resumen firmado por  Rosalind y Gosling, de nuevos resultados experimentales con ADN. M. Perutz, miembro del Cavendish está en la reunión y, poco después, a comienzos de 1953, entrega el informe a Watson y Crick cuando éstos, al tanto de la existencia del mismo por Wilkins, se lo solicitan: “Como el informe no era confidencial, no vi razón alguna para negarme”.

-Febrero de 1953. Construcción del modelo

En este mes, relata Anne Sayre, hubo algo que les permitió construir un modelo más que satisfactorio: los datos que les llegaron del King’s College. Probablemente no eran todo lo necesario para llevarlo a cabo, pero con toda seguridad fueron esenciales. Los datos de Rosalind no sólo indicaban la posibilidad de una doble cadena sino que, además, el diagrama de difracción obtenido en las fotos de la forma B, permitía calcular el diámetro de la hélice. Y además, como reconoce Watson: “Rosy estaba en lo cierto al poner las bases en el centro y el eje azúcar-fosfato hacia el exterior”. Ninguno de estos datos proviene de experimentos realizados por Watson y Crick y lo cierto es que ellos, sin las pruebas experimentales, no tenían más que una bella hipótesis. Concluye Anne Sayre: “El tiempo es lo único que cuenta para conseguir la primicia de un descubrimiento. Sin saberlo, Rosalind regaló a sus rivales no sólo la información sino también el tiempo” (Sayre, 171).

Pero ellos fueron conscientes de la relevancia de las contribuciones de Rosalind y lo ocultaron y Watson escribió La Doble hélice y la desautorizó a sabiendas. En el artículo de Nature sobre las cartas perdidas de Crick encontramos también evidencia de ello. Destacan los autores del artículo:

In a handwritten note from Wilkins to  Crick dated 29 October 1954, which also includes a jab at the fact that neither Crick nor Watson did any experimental work in arriving at the double helix: 

Looking at your letter, the list of your forthcoming publications  is certainly impressive & I hope you won’t think me malicious if I note with interest your new plan for avoiding experimental work  — I mean your book.

-Abril de 1953. La publicación en Nature


Los pormenores de la preparación de la publicación en Nature tampoco han de dejarse de lado, el intercambio epistolar entre los protagonistas y editores es amplio y no exento de estrategia y nerviosismo:

Dear Francis, 
It looks as though the only thing is to send Rosy’s and my letters as they are and hope the Editor doesn’t spot the duplication. I am so browned off with the whole madhouse I don’t really care much what happens.  If Rosy wants to see Pauling, what the hell can we do about it? If  we suggested it would be nicer if she didn’t that would only encourage  her to do so. Why is every body so terribly interested in seeing Pauling … Now Raymond wants to see Pauling too! To hell with it all. (Wilkins a Crick. The lost correspondence. Nature, 2010)

Rosalind no supo nunca qué había sucedido realmente, es posible que ella en poco tiempo estuviera también en condiciones de anunciar sus resultados, esto ya no lo sabremos, aunque puede pensarse que para ello quería ver a Pauling. Sabemos también que ella había redactado dos manuscritos sobre la estructura helicoidal del ADN que llegaron a la revista especilizada “Acta Cristallographica” el 6 de marzo de 1953, un día antes de que Watson y Crick finalizaran su modelo, e incluso se ha sugerido que el editor podría haberles hecho llegar una copia, aunque no he visto, en mis lecturas, esta idea confirmada. En cualquier caso, ellos ya tenían todos los datos y habían visto la imagen. Además, el protagonismo que tiene Rosalind en estas cartas que se intercambian entre los años 1950 y 1976 es revelador de la importancia de su trabajo y de cómo estaban obsesionados con ella y su trabajo.


En 1962 se otorga el Nobel de Medicina a los tres hombres. Se da la circunstancia de que el Nobel sólo puede darse a un máximo de tres personas; de todas formas Rosalind Franklin había muerto en 1958 a la edad de 37 años debido al cáncer y otros problemas graves de salud, probablemente debidos a los años de experimentación con radiación. En los últimos años se viene produciendo un reconocimiento cada vez mayor de la relevancia del trabajo de Rosalind Franklin y el King´s College la reivindica como una de sus excelentes científicas.

Me gusta esta reflexión de Rosalind, que dirige a su padre en 1940 y finalizo con ella: “La ciencia y la vida ni pueden ni deben estar separadas. Para mí la ciencia da una explicación parcial de la vida. Tal como es se basa en los hechos, la experiencia y los experimentos…Estoy de acuerdo en que la fe es fundamental para tener éxito en la vida, pero no acepto tu definición de fe, la creencia de que hay vida tras la muerte. En mi opinión, lo único que necesita la fe es el convencimiento de que esforzándonos en hacer lo mejor que podemos nos acercaremos al éxito, y que el éxito de nuestros propósitos, la mejora de la humanidad de hoy y del futuro, merece la pena conseguirse”.